Los arándanos no son bayas muy quisquillosas, por lo que se pueden encontrar tanto en zonas pantanosas como en las montañas y la tundra. Se puede consumir tanto crudo como procesado. Hay muchas opciones dietéticas diferentes con arándanos.
Los arándanos, como muchas otras bayas del bosque y silvestres, tienen tremendas propiedades curativas naturales debido a la enorme lista de vitaminas y nutrientes. ¿Que hay en ello? Numerosos elementos útiles: desde las vitaminas A, C, E y los grupos B, hasta compuestos minerales como potasio, cobre, manganeso, zinc, etc.
Los arándanos son buenos para una variedad de órganos:
- Cerebro y sistema nervioso. Gracias a sus altos niveles de antioxidantes y flavonoides, el arándano ayuda a restaurar las células cerebrales dañadas y a mejorar las funciones cognitivas. Entre otras cosas, reduce el riesgo de desarrollar enfermedades como el Parkinson y el Alzheimer.
- Recubrimiento de la piel. Suaviza y suaviza las áreas arrugadas de la piel, haciéndola más suave y retardando el envejecimiento cutáneo.
- Visión. Degeneración macular, cataratas y retinopatía diabética. Estas enfermedades no darán miedo con la ingesta diaria de arándanos. Reduce el riesgo de pérdida de visión, alivia la fatiga visual y mejora la retina.
- Corazón y sistema circulatorio. Los arándanos hacen que tu corazón se sienta mejor. Rico en fibra y antioxidantes, los arándanos descomponen la placa y eliminan el colesterol de los vasos sanguíneos, lo que reduce el riesgo de enfermedad cardiovascular.
Además, esta baya increíblemente saludable tiene muchas otras cualidades útiles:
- Favorece la pérdida de peso y su acumulación en el organismo, ya que las vitaminas que se encuentran en las bayas aceleran el metabolismo y ayudan a estabilizar el peso.
- Resiste infecciones y enfermedades del tracto urinario.
- Un laxante natural muy eficaz.
- Rica en cobre, vitamina C y compuestos fenólicos, la baya es capaz de resistir una de las enfermedades más graves y mortales. Los arándanos son excelentes para combatir las células cancerosas en el hígado, los ovarios y los intestinos.