Esta planta de la familia Amaryllidaceae ha gozado de popularidad mundial durante mucho tiempo. Se considera que la patria de esta planta herbácea es el oeste de Asia Central, donde se ha introducido con éxito en el cultivo durante muchos milenios.
El ajo está genéticamente relacionado con la cebolla de punta larga (Allium longicuspis). Existe evidencia de que los antiguos romanos usaban ampliamente el ajo y la cebolla como alimento.
Las hojas de la planta son lanceoladas-alargadas, caídas o erectas, de treinta centímetros de largo. Las hojas crecen de tal manera que forman un tallo falso. El pedúnculo es alto, terminando con un paraguas esférico de la inflorescencia. La inflorescencia consiste en pequeños bulbos de aire, la futura semilla. El sistema de raíces de la planta es fibroso. El bulbo de ajo es redondo. En los senos paranasales de sus escamas forma bulbos, que suelen denominarse clavos. El fruto del ajo es una cápsula con ausencia casi total de semillas.
En el cultivo del ajo se distinguen dos formas principales: dar y no dar flecha. El ajo de punta de flecha es un cultivo de invierno. Se planta a finales de otoño y un año después se utiliza como alimento. Para plantar, generalmente se usan bulbos de aire, sevok (bulbos de aire plantados antes) y clavo. El ajo de primavera no se dispara, se cultiva durante el verano y se propaga por los dientes. Por lo general, los bulbos de ajo de invierno son más grandes que los bulbos de ajo de primavera, pero este último se almacena mejor en invierno.
A la planta de ajo le gusta la tierra liviana y húmeda, pero no le gusta que los bulbos se mojen debido al exceso de humedad. Prefiere suelos neutros ricos en abono. El ajo tiene más de veinte variedades diferentes, muchas de las cuales se distinguen por bulbos grandes, resistencia a enfermedades, heladas de invierno y heladas de primavera.
Vale la pena prestar atención al valor de esta cultura para los humanos. En primer lugar, es el valor nutricional. Incluso en la antigüedad, los dientes de ajo se usaban ampliamente como condimento picante y picante para la comida. Las flechas están fermentadas, saladas, enlatadas. Las hojas se fríen y se preparan en ensaladas. En medicina, se utilizan las propiedades antisépticas, antifúngicas y antivirales del ajo. Sobre esta base, se fabrican aditivos alimentarios biológicamente activos. Existe evidencia de que el ajo tiene un efecto depresor sobre los parásitos de la cinta que viven en el intestino humano. La planta contiene fitoncidas, alicina, flavonoides, vitamina C, azúcares, proteínas y aceite esencial.