La rosa mosqueta se conoce desde hace mucho tiempo como una planta medicinal útil, que no solo agrada a la vista con delicadas inflorescencias. Casi todas las partes del escaramujo tienen propiedades beneficiosas: bayas, pétalos, raíces e incluso semillas.
Las bayas de rosa mosqueta contienen muchas vitaminas: vitaminas A, C, P, K, E y B. No contienen menos oligoelementos, como calcio, hierro, potasio, magnesio, fósforo, manganeso, cromo y cobre. Además, las frutas contienen azúcares, taninos, aceites esenciales, pectinas y diversos ácidos orgánicos.
Debido a la composición biológica increíblemente rica de los escaramujos, el alcance de su aplicación es increíblemente amplio y está dirigido al tratamiento de diversas enfermedades. La rosa mosqueta mejora el funcionamiento del sistema digestivo, tiene un efecto positivo en el funcionamiento de los riñones y, además, tiene propiedades diuréticas. La rosa mosqueta también combate la inflamación y destruye las bacterias patógenas.
Las raíces de rosa mosqueta tienen propiedades astringentes y las semillas contienen aceite con un conjunto de vitaminas y ácidos grasos beneficiosos. El aceite también se usa para curar heridas y es un excelente agente antiinflamatorio.
La presencia de ácido ascórbico en la rosa mosqueta le permite combatir deficiencias vitamínicas, aterosclerosis, resfriados, además, el ácido ascórbico fortalece el sistema inmunológico. Las vitaminas K y P aceleran la cicatrización ósea en caso de lesiones y generalmente están destinadas a acelerar los procesos de regeneración del cuerpo.
La rosa mosqueta se puede consumir en forma de decocciones, tés, tinturas o extractos. Como medida preventiva, una porción de escaramujo por día es suficiente (la cantidad dependerá del método de preparación), y en el tratamiento de enfermedades, la cantidad aumenta a varias porciones (nuevamente, depende del método de preparación y la receta de la medicina tradicional).