El glaseado de azúcar se usa tradicionalmente en las artes culinarias para crear decoraciones: el glaseado se usa para cubrir productos horneados terminados, crear bordes, dibujar adornos y decorar pasteles. Sin embargo, la plasticidad y elasticidad de la masa de azúcar le permite expandir significativamente el rango de sus posibilidades y crear decoraciones caladas que pueden convertirse en un elemento de la elegante decoración de un apartamento o convertir el té común en un procedimiento sofisticado.
La transformación del azúcar común en un elegante encaje comienza con la preparación del glaseado: se calienta una cucharadita de buena mantequilla en un baño de agua, se agrega la misma cantidad de leche tibia y una pequeña pizca de sal.
Vierta 100 g de azúcar en polvo de la mejor molienda que pueda encontrar en la mezcla resultante. La masa se mezcla completamente hasta que se obtiene una estructura homogénea, similar en consistencia a la crema agria espesa. Puede agregar un poco de vainilla a la mezcla para agregar aroma y sabor sutil.
Si la masa de azúcar resulta ser demasiado espesa o, por el contrario, demasiado líquida, entonces la consistencia deseada se logra agregando leche (para licuefacción) o azúcar en polvo (para impartir espesura).
La masa terminada se aplica en una capa delgada sobre una estera de silicona en relieve o una servilleta de goma calada, después de lo cual, con una espátula de pastelería o cualquier objeto rectangular, esparcir uniformemente el esmalte sobre la superficie y dejar secar por completo.
Después del endurecimiento, el glaseado de azúcar se separa cuidadosamente de la alfombra y se corta en fragmentos separados con unas tijeras pequeñas. Los patrones resultantes se pueden utilizar como adornos para el árbol de Navidad o servirse en la mesa, dando una nota de sofisticación al habitual consumo de té.