La humanidad ha estado usando este condimento durante mucho tiempo. Pero muchos nutricionistas aconsejan mantener la sal al mínimo, si no eliminarla por completo de su propia dieta. Pero, ¿es la sal tan inequívocamente dañina?
La sal fue bautizada como "Muerte Blanca" no hace mucho tiempo; históricamente, la sal sirvió como un excelente conservante, fue un condimento favorito durante muchas decenas, incluso cientos de años. Con la ayuda de la salazón, las personas se abastecieron de alimentos saludables para el largo invierno, e incluso hoy estamos felices de comer encurtidos, tomates, pescado y otras delicias. Además, de todo el espectro de conservantes, la sal puede considerarse la más útil y segura para nosotros.
La comida completamente sin sal nos parece desagradable, y con razón, ya que la sal apoya el funcionamiento normal de nuestro cuerpo. La falta de sal provoca el mal funcionamiento de muchos sistemas y su insuficiente desarrollo. La falta de sal provoca la imposibilidad de retener el agua, a partir de la cual trabaja nuestro organismo, por lo que se recomienda reducir la cantidad de sal en los alimentos a la hora de adelgazar. Los científicos han demostrado durante mucho tiempo que con una dieta sin sal, el cuerpo, por decirlo suavemente, se siente muy mal.
Pero, como ocurre con otras sustancias, el exceso de sal es indudablemente dañino. Demasiada sal provoca demasiada retención de agua en el organismo, es decir, edema, que afecta a los riñones y al sistema urinario. La presión arterial también aumenta y demasiada presión conduce a enfermedades del sistema circulatorio.
¿Qué conclusión se debe sacar de lo anterior? Obviamente, no debes apresurarte de un extremo a otro y lo mejor es mantener tu ingesta de sal dentro del rango normal, que es de unos 4-5 gramos por día.